Contacto

contact

Tradición

ffdfhdg

Historia

Vamos a entender de donde viene nuestra cultura


El arte de los antiguos habitantes de las Islas Canarias es un valioso legado que refleja la identidad única de una cultura prehispánica moldeada por el aislamiento geográfico y la herencia bereber del norte de África. Estos primeros pobladores llegaron entre los siglos I y V d.C. y, aislados del continente, desarrollaron expresiones artísticas propias que aún hoy nos hablan desde la piedra y el barro.

Entre las manifestaciones más destacadas están los grabados y pinturas rupestres. En Fuerteventura, la Montaña de Tindaya conserva enigmáticas huellas talladas en piedra que parecen tener un significado ritual o astronómico. En Gran Canaria, la Cueva Pintada revela colores y formas geométricas únicas que probablemente cumplían funciones simbólicas.

La cerámica aborigen muestra una gran variedad de formas decoradas con motivos geométricos y zoomorfos. Las pintaderas, pequeñas piezas que servían para marcar cuerpos o propiedades, reflejan una coherencia estética que unía distintos aspectos culturales.

Las esculturas, como el Ídolo de Tara o el de Zonzamas, representan creencias religiosas y figuras rituales, mientras que la arquitectura aborigen, con cuevas y estelas grabadas como la Piedra de los Guanches en Tenerife, evidencia prácticas ceremoniales y funerarias.

Este conjunto artístico no solo enriquece nuestro conocimiento sobre los antiguos canarios, sino que también nos invita a valorar y preservar una identidad cultural que sigue viva en las islas.


La llegada de los colonizadores castellanos a finales del siglo XV abrió un capítulo decisivo en la historia artística de Canarias, especialmente en la arquitectura religiosa. Un claro ejemplo es la imponente Catedral de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria, cuya construcción comenzó en 1497 bajo el estilo gótico tardío. Sus bóvedas de ojiva y arcos puntiagudos recuerdan la Europa medieval, pero su obra quedó paralizada casi un siglo por falta de recursos. No fue hasta 1781 que se retomó la construcción, incorporando ya detalles neoclásicos, como su fachada actual diseñada por el arquitecto Diego Nicolás Eduardo.

En Tenerife, la Iglesia de San Francisco de Asís, construida entre 1714 y 1721, refleja una arquitectura barroca con influencias portuguesas visibles en sus cornisas onduladas. Su interior sorprende con tres naves separadas por columnas de cantería roja y techos mudéjares pintados, que hablan de la riqueza cultural y artística de la época.

Durante los siglos XVI y XVII, Canarias recibió un influjo artístico procedente de las escuelas flamenca y andaluza. Obras como el tríptico de Taganana, vinculado a la escuela de Brujas, enriquecieron el panorama local. Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando emergió una producción artística genuinamente canaria, con figuras como José Luján Pérez, escultor barroco que destacó por su expresividad y detallado modelado. Sus obras más conocidas incluyen la Dolorosa de la Catedral de Las Palmas y el Cristo de la Sala Capitular, tallado en 1793.

La artesanía colonial canaria, por su parte, combinó técnicas europeas con materiales autóctonos. La madera de pino canario, llamada tea, se utilizó para crear balcones tallados que adornan ciudades como La Laguna y La Orotava. La Casa de los Balcones, construida en 1632 en La Orotava, es un símbolo de esta tradición, con su fachada de madera esculpida y su patio interior.

En los talleres de orfebrería y textiles litúrgicos, la plata traída de América se transformaba en cálices, custodias y vestimentas que integraban influencias europeas y símbolos propios del archipiélago, evidenciando una identidad cultural mestiza y adaptada a Canarias.


Durante los siglos XIX y XX, la pintura en Canarias vivió una transformación profunda, reflejando los cambios sociales y culturales del archipiélago. Dos géneros se impusieron como protagonistas: el retrato y el paisaje costumbrista, que sirvieron para documentar la identidad local y las transformaciones urbanas.

En el siglo XIX, artistas como Nicolás Alfaro y Brieva y Valentín Sanz Carta marcaron un antes y un después en la representación del paisaje canario. Alfaro, influenciado por la escuela de Olot, presentó el paisaje como un género independiente, capturando la esencia natural de Tenerife. Por su parte, Sanz Carta, alumno del reconocido Carlos de Haes, desarrolló un estilo realista que reflejaba tanto la naturaleza como la vida cotidiana en la isla.

Ya en el siglo XX, el costumbrismo siguió siendo un camino para explorar la identidad regional. Artistas como Lía Tavío y Antonio Padrón reinterpretaron las tradiciones locales, combinando elementos populares con influencias modernas para dar nueva vida a las costumbres canarias.

Entre las figuras destacadas, José Comas Quesada (1928–1993) sobresale como maestro de la acuarela, especializándose en retratar rincones históricos y paisajes urbanos de Las Palmas de Gran Canaria, como Vegueta y Triana. Más que un pintor, fue un docente y promotor cultural que impulsó el desarrollo del arte contemporáneo en las islas.

Por otro lado, Cristino de Vera, nacido en Santa Cruz de Tenerife, se distingue por su obra espiritual y austera. Sus pinturas, marcadas por la introspección y el misticismo, muestran figuras solitarias y paisajes despojados, ganándose reconocimiento nacional e internacional.

No podemos olvidar a Néstor Martín-Fernández de la Torre, un pintor visionario que fusionó naturaleza, deseo y fantasía en obras llenas de simbolismo y esoterismo, y a Antonio Padrón, cuya obra expresionista celebró la cultura popular canaria a través de colores cálidos y formas estilizadas, cimentando así una identidad artística propia.

Técnicas como el grabado, la acuarela y el óleo fueron esenciales para que estos artistas capturaran la luz, el color y la esencia del paisaje insular, además de facilitar la difusión de su obra.

En definitiva, el arte canario de los siglos XIX y XX es el reflejo de una constante búsqueda de identidad, donde tradición y modernidad se entrelazan para contar la historia y el alma de las islas a través de la pintura.


En la segunda mitad del siglo XX, Canarias se convirtió en un hervidero creativo, un lugar donde la innovación artística floreció gracias a tres figuras que dejaron una marca imborrable en la historia del arte contemporáneo: Manolo Millares, Óscar Domínguez y Martín Chirino.

Manolo Millares, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1926, fue una voz clave del informalismo español. Su obra, profundamente expresiva, fusionó la abstracción con elementos del arte guanche, utilizando materiales tan crudos como la arpillera, la arena y la tela metálica. Estas texturas no solo daban forma a sus pinturas, sino que transmitían una angustia existencial y una memoria histórica que impactaban a quien las contemplaba. Millares también fue uno de los fundadores del grupo El Paso, un colectivo que revolucionó la vanguardia española en la posguerra.

Por otro lado, Óscar Domínguez, natural de San Cristóbal de La Laguna, llevó el surrealismo canario a la escena internacional. Tras instalarse en París en 1927, se integró en el círculo de André Breton y aportó innovaciones técnicas como la decalcomanía, una técnica automática que influiría a artistas de renombre. Su obra mezcla símbolos de su infancia en Tenerife con imágenes oníricas y profundas emociones, explorando la metamorfosis con una sensibilidad única.

Finalmente, Martín Chirino, nacido en 1925, destacó como escultor del hierro, material que transformó en poderosas formas inspiradas en el movimiento y la naturaleza. Sus icónicas espirales, que simbolizan el viento y la energía creadora, son un emblema del arte contemporáneo canario. Como cofundador de El Paso y director del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), Chirino fue también un impulsor clave de la escena artística local.

Juntos, estos tres artistas no solo reinventaron el arte en Canarias, sino que colocaron al archipiélago en el mapa de la vanguardia mundial.


El arte en Canarias hoy es un reflejo de constante cambio y renovación. Las nuevas tecnologías y disciplinas como la fotografía, el videoarte, la instalación y el arte digital abren caminos para que los artistas exploren el mundo actual desde miradas críticas y diversas, mostrando la complejidad de nuestra sociedad.

Los temas que más preocupan y motivan a los creadores canarios giran en torno a su territorio y cultura, la migración, el turismo y el cambio climático. Estos asuntos se expresan en obras que invitan a la reflexión y al diálogo, buscando generar conciencia y fomentar transformaciones reales.

Canarias acoge eventos y festivales que impulsan esta escena dinámica, como la Bienal de Arte de Lanzarote, que conecta arte y pensamiento crítico; el festival Keroxen en Santa Cruz, que convierte espacios inesperados en focos de innovación artística; Fotonoviembre, la bienal internacional de fotografía que reúne a talentos de todo el mundo; y Phe Gallery, que promueve el arte emergente en espacios históricos.

Además, el arte contemporáneo canario está muy ligado a movimientos sociales y colectivos feministas, queer y ecologistas que emplean la creación artística como herramienta para visibilizar nuevas voces, cuestionar el statu quo y proponer alternativas más justas y sostenibles.